Cap. 8
Zola tomó el mando del barco,
poniendo dirección hacia Velia, la gran ciudad costera del reino.
Ulises izó las velas, tal y como
ella le había ordenado. Todavía se seguía preguntando el origen de la explosión
de luz y cómo había ocurrido, pero no se atrevió a preguntarle, al menos por el
momento.
-
¿En dónde has aprendido a manejar un barco?- La
curiosidad de Ulises fue un primer paso para romper el hielo.
-
Fue parte de mi educación.- Zola estaba seria,
con la vista fija en el horizonte y en las cartas de navegación.
-
¿Tu educación? Sueña extraño. El manejo de un
barco se reserva a los hombres. ES más, no está bien visto que una mujer vaya a
bordo.- La voz de Ulises sonaba incrédula. Esa mujer era muy rara.
-
Mira, si tienes algún problema conmigo tan sólo
dímelo, pero te puedo asegurar que de los dos soy quien tiene más experiencia
en esto de los barcos y la piratería.- La voz de Zola portaba un deje de
fastidio.- ¿O acaso me equivoco?- miró a Ulises de reojo.
-
Supongo que tienes razón…- Ulises estaba
sonrojado por el comentario. Nunca nadie le había hablado así, y menos una
chica.- ¿Tardaremos mucho?
-
Unos nueve días si el viento sigue a nuestro
favor, sino entre dos y tres semanas.
-
¿Cómo haremos para camuflar el barco?- La voz de
Ulises volvió a interrumpir el silencio.- Quiero decir… No es un barco
comercial, ni pesquero, ni tan siquiera está registrado.
-
Ulises. - la voz de Zola sonaba cansada.- Hay
algo que se llama camuflaje, y antes de llegar a puerto lo camuflaremos como un
barco real.
-
No había pensado en eso…- Ulises estaba
pensativo.- Pero tengo otra duda.- Zola lo miró. Ese chico hacía demasiadas
preguntas y no le gustaba, impedía su concentración al timón.
-
Dime.- respondió Zola.
-
¿Cómo te camuflarás tú? Quiero decir… Eres una
chica, eso es obvio, y podría acarrear muchas sospechas por parte de los
revisores del puerto.- Zola lo miró de nuevo, tendría que andarse con cuidado
con ese muchacho si no quería arruinar la misión.
-
No te preocupes por eso, una dama siempre guarda
un as en la manga.- Zola sonrió de manera amable.
-
Y otra cosa, ¿qué les diremos? Solo somos dos
tripulantes, y eso también es sospechoso, pues en los barcos reales…
-
¡Ya sé que en los barcos reales van como mínimo
diez tripulantes, Ulises!- La reacción de Zola sorprendió mucho a Ulises, así
que decidió no preguntar más.- Les diremos que fuimos atacados por piratas, no
es mentira, y que mataron al resto de
tripulantes. Les diremos que tú y yo sobrevivimos porque los tomamos por
sorpresa.
-
Pero… ¿Y si piden el registro de los
tripulantes?- Ulises pensaba demasiado, se preocupaba demasiado.
-
No lo harán.- Zola respondió de manera tajante.
-
¿Cómo estás tan segura?
-
Porque lo sé, y punto.- Ulises la miró
fijamente.- ¿En serio crees, Ulises, que un par de revisores y otro par de
controladores, hartos de pasar su mísera existencia en un puerto, oliendo mal y
cobrando una miseria, se molestarán en pedir el registro de un barco real que
fue atacado por piratas?- Ulises no comprendió esa respuesta, pero decidió que
no preguntaría más el resto del viaje, confiaría en ella.
Por fin, tras nueve días de
travesía por las aguas más tranquilas y peligrosas del reino, y con el viento a
su favor, Zola y Ulises avistaron a lo lejos el puerto. Sin embargo, antes de
arribar decidieron llevar el barco hacia unos acantilados y ocultarlo, pues
tendrían que camuflarlo, y luego camuflarse ellos.
-
¿Cómo lo haremos?- Preguntó Ulises.
-
En la cofia del barco hay una bandera de un
barco real. Intenta cogerla, mientras, yo me prepararé.- Ulises miró a Zola,
con mucha curiosidad, se preguntaba si su camuflaje la haría pasar
desapercibida.
Zola fue a la sala del capitán,
se quitó primero el vestido, y luego la ropa interior, tras eso, se quitó el
colgante del cuello, se puso una camisa blanca y unos pantalones marrones,
junto con unas botas, se recogió el pelo en una coleta y tomó un macuto, en el
que se guardó el colgante, la varita, un plano de la ciudad, un libro y dos
saquitos, uno con monedas de oro y otro con monedas de plata, por si acaso. Se
miró en un espejo y comprobó su aspecto. Por suerte su complexión era delgada,
esbelta y atlética y sus rasgos suaves y delicados, aunque ahora lucían algo
diferentes, pero si no se fijaban mucho, nadie sabría decir si era un chico o
una chica. Y lo mejor de todo, pasarían desapercibidos. Por si acaso, decidió
ponerse un sombrero. Cuando volvió a mirarse en el espejo, sonrió. Era
perfecto.
Volvió a la cubierta del barco,
donde se encontró a Ulises izando la bandera que indicaba que era un barco
real.
-
Bueno, creo que ya está.- dijo Ulises, al notar
la presencia de Zola.- ¿Tú ya estás lista?- Le preguntó, mientras se giraba.
Pero cuando lo hizo, se encontró algo inesperado. Era un chico, ¡Un chico! Como
lo era él, solo que más alto, y también algo más mayor.- ¿Cómo…?- No le dio
tiempo a acabar la pregunta.
-
Te dije que me guardaba un as bajo la manga.-
Respondió Zola, solo que esa vez su voz sonó más grave.
-
¿Magia?- Preguntó Ulises, incrédulo.
-
Tal vez. Llámalo x.- respondió Zola, con una
sonrisa de autosuficiencia en su rostro.- Es mejor que saquemos de aquí el
barco y pongamos rumbo al puerto. ¿Cuál es el nombre?
-
“Sirena del Mar”.- Respondió Ulises.
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