martes, 14 de enero de 2014

Una de Algo.

Cap. 8

Zola tomó el mando del barco, poniendo dirección hacia Velia, la gran ciudad costera del reino.
Ulises izó las velas, tal y como ella le había ordenado. Todavía se seguía preguntando el origen de la explosión de luz y cómo había ocurrido, pero no se atrevió a preguntarle, al menos por el momento.
-          ¿En dónde has aprendido a manejar un barco?- La curiosidad de Ulises fue un primer paso para romper el hielo.
-          Fue parte de mi educación.- Zola estaba seria, con la vista fija en el horizonte y en las cartas de navegación.
-          ¿Tu educación? Sueña extraño. El manejo de un barco se reserva a los hombres. ES más, no está bien visto que una mujer vaya a bordo.- La voz de Ulises sonaba incrédula. Esa mujer era muy rara.
-          Mira, si tienes algún problema conmigo tan sólo dímelo, pero te puedo asegurar que de los dos soy quien tiene más experiencia en esto de los barcos y la piratería.- La voz de Zola portaba un deje de fastidio.- ¿O acaso me equivoco?- miró a Ulises de reojo.
-          Supongo que tienes razón…- Ulises estaba sonrojado por el comentario. Nunca nadie le había hablado así, y menos una chica.- ¿Tardaremos mucho?
-          Unos nueve días si el viento sigue a nuestro favor, sino entre dos y tres semanas.
-          ¿Cómo haremos para camuflar el barco?- La voz de Ulises volvió a interrumpir el silencio.- Quiero decir… No es un barco comercial, ni pesquero, ni tan siquiera está registrado.
-          Ulises. - la voz de Zola sonaba cansada.- Hay algo que se llama camuflaje, y antes de llegar a puerto lo camuflaremos como un barco real.
-          No había pensado en eso…- Ulises estaba pensativo.- Pero tengo otra duda.- Zola lo miró. Ese chico hacía demasiadas preguntas y no le gustaba, impedía su concentración al timón.
-          Dime.- respondió Zola.
-          ¿Cómo te camuflarás tú? Quiero decir… Eres una chica, eso es obvio, y podría acarrear muchas sospechas por parte de los revisores del puerto.- Zola lo miró de nuevo, tendría que andarse con cuidado con ese muchacho si no quería arruinar la misión.
-          No te preocupes por eso, una dama siempre guarda un as en la manga.- Zola sonrió de manera amable.
-          Y otra cosa, ¿qué les diremos? Solo somos dos tripulantes, y eso también es sospechoso, pues en los barcos reales…
-          ¡Ya sé que en los barcos reales van como mínimo diez tripulantes, Ulises!- La reacción de Zola sorprendió mucho a Ulises, así que decidió no preguntar más.- Les diremos que fuimos atacados por piratas, no es mentira, y que mataron al resto  de tripulantes. Les diremos que tú y yo sobrevivimos porque los tomamos por sorpresa.
-          Pero… ¿Y si piden el registro de los tripulantes?- Ulises pensaba demasiado, se preocupaba demasiado.
-          No lo harán.- Zola respondió de manera tajante.
-          ¿Cómo estás tan segura?
-          Porque lo sé, y punto.- Ulises la miró fijamente.- ¿En serio crees, Ulises, que un par de revisores y otro par de controladores, hartos de pasar su mísera existencia en un puerto, oliendo mal y cobrando una miseria, se molestarán en pedir el registro de un barco real que fue atacado por piratas?- Ulises no comprendió esa respuesta, pero decidió que no preguntaría más el resto del viaje, confiaría en ella.
                                                                                                                                        
Por fin, tras nueve días de travesía por las aguas más tranquilas y peligrosas del reino, y con el viento a su favor, Zola y Ulises avistaron a lo lejos el puerto. Sin embargo, antes de arribar decidieron llevar el barco hacia unos acantilados y ocultarlo, pues tendrían que camuflarlo, y luego camuflarse ellos.
-          ¿Cómo lo haremos?- Preguntó Ulises.
-          En la cofia del barco hay una bandera de un barco real. Intenta cogerla, mientras, yo me prepararé.- Ulises miró a Zola, con mucha curiosidad, se preguntaba si su camuflaje la haría pasar desapercibida.
Zola fue a la sala del capitán, se quitó primero el vestido, y luego la ropa interior, tras eso, se quitó el colgante del cuello, se puso una camisa blanca y unos pantalones marrones, junto con unas botas, se recogió el pelo en una coleta y tomó un macuto, en el que se guardó el colgante, la varita, un plano de la ciudad, un libro y dos saquitos, uno con monedas de oro y otro con monedas de plata, por si acaso. Se miró en un espejo y comprobó su aspecto. Por suerte su complexión era delgada, esbelta y atlética y sus rasgos suaves y delicados, aunque ahora lucían algo diferentes, pero si no se fijaban mucho, nadie sabría decir si era un chico o una chica. Y lo mejor de todo, pasarían desapercibidos. Por si acaso, decidió ponerse un sombrero. Cuando volvió a mirarse en el espejo, sonrió. Era perfecto.
Volvió a la cubierta del barco, donde se encontró a Ulises izando la bandera que indicaba que era un barco real.
-          Bueno, creo que ya está.- dijo Ulises, al notar la presencia de Zola.- ¿Tú ya estás lista?- Le preguntó, mientras se giraba. Pero cuando lo hizo, se encontró algo inesperado. Era un chico, ¡Un chico! Como lo era él, solo que más alto, y también algo más mayor.- ¿Cómo…?- No le dio tiempo a acabar la pregunta.
-          Te dije que me guardaba un as bajo la manga.- Respondió Zola, solo que esa vez su voz sonó más grave.
-          ¿Magia?- Preguntó Ulises, incrédulo.
-          Tal vez. Llámalo x.- respondió Zola, con una sonrisa de autosuficiencia en su rostro.- Es mejor que saquemos de aquí el barco y pongamos rumbo al puerto. ¿Cuál es el nombre?
-          “Sirena del Mar”.- Respondió Ulises. 

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