Cap. 12
Atracaron el barco y bajaron. En
cuanto lo hicieron, unos oficiales reales se acercaron a ellos. Zola golpeó el
brazo de Ulises, que aun seguía algo aturdido por el repentino cambio de Zola.
-
Escúchame bien Ulises. Hablaré yo, nada más, no
quiero que metas la pata, así que mantén tu boca cerrada o esto podría acabar
mal.- Ulises lo miró a los ojos, que seguían igual de verdes que antes, aunque
esta vez con un brillo diferente, y asintió con la cabeza.
-
¿Nombre del barco?- preguntó uno de los
oficiales.
-
“Sirena del Mar”.- el tono de Zola mostraba una
gran seguridad.
-
¿Capitán?- siguió preguntando el oficial.
-
Yo. Maximus Brave.- el oficial asintió con la
cabeza.
-
¿Tripulación?- al escuchar esta pregunta, Ulises
dirigió su mirada hacia Zola, que le sonrió como respuesta.
-
Sólo nosotros.- el oficial paró de escribir al
escuchar la respuesta.
-
¿Sólo ustedes?
-
Sí. Sufrimos un ataque pirata. El resto de los
hombres trató de defender el barco, pero fue en vano, todos murieron. Sólo
quedamos el chico y yo.- la mirada de Zola era intensa y estaba dirigida a los
ojos del oficial, mientras que su tono había sonado triste.
-
¿De qué puerto vienen?- el oficial continuó con
su interrogatorio.
-
De Filistus, en el archipiélago de las Islas
Mayores.
-
¿Qué traían?- Zola se sorprendió ante esa
pregunta, aunque no permitió que la sorpresa se viese reflejada en su rostro.
Antaño, antes de que todo cambiase, las Islas Mayores exportaban azúcar y
cacao, y sólo los barcos reales estaban autorizados a realizar el transporte,
como medida para evitar el contrabando, sin embargo, ese mercado había decaído
hacía un par de años a favor de las Islas Menores, por lo que lo más probable
sería que exportasen, de forma clandestina, algún tipo de droga. Por primera
vez, Zola se había quedado sin palabras, y eso no era algo que pasase muy a
menudo.
-
Telas para los sastres y modistas del rey y de
la corte.- La voz de Ulises sorprendió a Zola, que le lanzó una mirada de
agradecimiento.
-
¿Telas?- El oficial miró a Ulises extrañado.
-
Sí. La Fiesta de Emparejamiento es dentro de
tres semanas.- Los oficiales fruncieron ante ese recuerdo, y Zola tan sólo
sonrió con tristeza, una sonrisa que llamó la atención de Ulises.
-
Ah sí, la Fiesta de Emparejamiento. Estúpidos
niños ricos.- Fue lo único que el oficial dijo.
-
¿Aun
tenéis las telas?- Preguntó el otro oficial mientras miraba fijamente a
Zola. No sabía muy bien por qué, pero su rostro le resultaba extrañamente
familiar, tan extrañamente familiar que… No. No podía ser él, sus destinos se
habían separado hacía un par de años y desde entonces no había vuelto a tener
ninguna noticia… El oficial sacudió su cabeza ante esos pensamientos.
-
Por fortuna hemos podido conservar algunas de
las que traíamos, la otra parte del cargamento vendrá por tierra.- Esta vez la
voz de Zola sonó firme, y aunque la tristeza y la nostalgia eran palpables, no
permitió que se notase más allá de sus
palabras.
-
Está bien. Maximus Brave, como capitán del
“Sirena del Mar” tendrás que firmar este documento.- Zola asintió y tomó la
pluma que el segundo oficial le ofrecía. Ambos hicieron contacto visual, y un
montón de recuerdos se despertaron en su mente con tan solo ver esos ojos
castaños que reconocería en cualquier parte del mundo. Zola se sacudió la
cabeza, queriendo alejar esos pensamientos de su mente, y tan solo firmó.- Muy
bien.- dijo el segundo oficial, ya pueden ir a descargar su mercancía.- Zola
asintió y se encaminó hacia la zona de descarga, seguido de Ulises.- ¡Y por
cierto!- Les gritó el segundo oficial, que en ese momento ya se encontraba
solo.- ¡Ha sido bueno verte! ¡Pero la próxima vez disimula mejor! ¡Y que sepas
que todavía no se me ha olvidado lo de aquel día!- Esas palabras tomaron por
sorpresa a Zola, haciéndole sonreír, y por una vez, esa sonrisa fue sincera.
-
¿Qué es lo que acaba de pasar?- Ulises todavía
seguía en shock, sin entender nada.
-
Cállate y tan sólo camina, o nos meterás en
problemas.