viernes, 31 de octubre de 2014

Las aventuras de Max "Estocada Mortal"

Aventura #2

La espesa niebla que esa noche inundaba el ambiente impedía ver la Luna. Las luces de los faroles eran insuficientes, por lo que la tripulación tenía que estar atenta al mar.
Esa noche ni si quiera el capitán, que estaba acompañado por el contramaestre, dormiría.
-          Mañana parte de Río de la Plata un galeón con un cargamento de oro y plata hacia España.- el contramaestre estaba observando las cartas de navegación.- Si nos aproximamos un poco más sería una buena oportunidad.
-          O nos supondría la muerte. Con esta niebla es mejor permanecer aquí.- el capitán del barco, un joven experto en el uso de la espada y en la estrategia y bien parecido, afirmó.- Además, lo más seguro es que lo acompañen barcos de refuerzo. Los ataques a galeones españoles no han hecho más que incrementarse en los últimos tiempos y nuestras cabezas figuran en todos los carteles.- el contramaestre suspiró, aún sin comprender cómo es que había acabado al servicio de ese joven y no con un barco propio.
-          Empiezo a pensar, mi joven Max, que tomas demasiadas precauciones pese a no ser más que un pirata.
-          Hasta el pirata más rufián, contramaestre, sabe que la vida está por encima de un tesoro.- el contramaestre observó al capitán que, pese a su juventud, había logrado hacerse con el dominio de los Siete Mares y ser el más temido por todos, sin embargo, nunca había matado a nadie por ambición.
-          Dime Max, ¿por qué te hiciste a la piratería?- el capitán miró con sorpresa al contramaestre, sin embargo, pronto suavizó su mirada.
-          Fue una promesa.- esas palabras confundieron al contramaestre.- Hace tres años alguien muy importante para mí me hizo prometerle, en su lecho de muerte, que siempre sería libre.- una sonrisa melancólica y de añoranza se dibujó en el rostro del capitán.
-          ¿Una mujer?- el silencio que se hizo fue suficiente para afirmar la pregunta.- Amoríos de juventud. ¿Qué le ocurrió?
-          Ella enfermó. No había cura para salvarla. Fue nuestra última promesa. América primero, luego el mar. La libertad lo era todo para nosotros. Pensamos en marcharnos juntos, lejos de todo, ser libres… pero ella cayó enferma y todos esos sueños fueron desapareciendo, menos el deseo de ser libres. Por eso me hice al mar.
-          No lo entiendo muchacho, ¿unirte a la escoria de la sociedad, que paguen una fortuna por tu cabeza, sólo por una mujer y un anhelo?- el capitán observó al contramaestre, la verdad que dicho así sonaba absurdo, pero él tenía sus principios y nunca los traicionaría.
-          La persona con más de libertad del mundo es el amo de los Siete Mares. Yo no quiero oro, no más que el necesario para mantenerme a mí y a la tripulación. Sólo quiero ser libre.

La niebla comenzó a disiparse, dejando a la vista un bonito amanecer. Un nuevo día y, con ello, nuevas aventuras. 

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