La llegada de la primavera la sangre altera, o eso dicen, porque últimamente lo único que me altera es la cantidad de trabajos para hacer y el hecho de que abril se está acabando y mayo se avecina rápidamente, trayendo consigo los exámenes de las materias que, no sé si por pereza o, como se suele decir, por desgracia, aun no he comenzado a estudiar, a pesar de todos mis intentos.
Mayo es una palabra que toda mi vida he adorado, pues supone la consolidación de la primavera y la llegada de mi cumple, campos y árboles verdes y muy coloridos y cambiar las pesadas ropas de invierno por algo más ligero, sin embargo, ahora y como estudiante universitaria por tercer año consecutivo, mayo ha perdido parte de ese entrañable significado y ha pasado a significar estudio, enclaustramiento en bibliotecas y, sobre todo, exámenes. Exámenes en los que te juegas la mitad del curso y el tener el verano totalmente libre. Dos semanas de agobio, sin salir a tomar el aire y haciendo las tareas domésticas más básicas, estableciendo escaso contacto con la familia y amigos, pues todo minuto es bueno para adquirir el conocimiento para pasar los exámenes. Pero oye, que a pesar de todo, no es tan malo, sobre todo cuando tienes un maravilloso grupo de amigos a tu lado que están como tú.
Así que, ¡bienvenido seas, mes de mayo! (aunque aun sea abril).
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