Diario de un rincón de mí
jueves, 24 de octubre de 2013
#15
Dicen que si amas a alguien le debes dejar ir, que si vuelve es porque te corresponde y sino, que no has sido correspondido. Pero también dicen que, si realmente amas a alguien, debes luchar por esa persona hasta el final. Luchar hasta la muerte... ¿por amor? A veces no lo veo demasiado claro.
sábado, 19 de octubre de 2013
#14
Su corazón palpitaba aceleradamente cubriendo los sonidos del bosque.Se tropezó con una rama, no la había visto. Se levantó lo más rápido que pudo, los cazadores estaban cerca, oía sus pasos y sus gritos a su alrededor, pero no los veía. No sabía donde estaban.
Siguió corriendo sin saber a donde ir, la falta de estrellas en el cielo y la niebla que cubría el bosque hacían dificultoso ver lo que había delante.
Finalmente tuvo que parar, estaba agotada. Miró a su alrededor, una cueva oculta sería un escondite perfecto. Se metió dentro, se quitó la poca ropa de abrigo que llevaba y se acomodó sobre ella. Allí pasaría la noche, ya decidiría lo que hacer mañana.
Siguió corriendo sin saber a donde ir, la falta de estrellas en el cielo y la niebla que cubría el bosque hacían dificultoso ver lo que había delante.
Finalmente tuvo que parar, estaba agotada. Miró a su alrededor, una cueva oculta sería un escondite perfecto. Se metió dentro, se quitó la poca ropa de abrigo que llevaba y se acomodó sobre ella. Allí pasaría la noche, ya decidiría lo que hacer mañana.
martes, 15 de octubre de 2013
#13
Gracia corría desesperadamente. Temía no llegar a tiempo al colegio, el único lugar que podía ofrecerles protección a ella y a Caleb.
Pasó por delante de una casa y se paró. Era la de él, pero parecía vacía, seguramente ya estaría en el colegio, con el resto.
Siguió su camino, tratando de protegerse con lo que encontraba mientras los militares seguían disparando. ¿Cómo se había llegado a esa situación? Nadie tenía respuesta para aquello, o sí, pero no lo querían decir. Tan sólo un mes antes estaba haciendo su vida normal en el instituto cuando los militares enviados por el presidente entraron, llevándose a algunos de los profesores. ¿Por qué? Por oponerse. También se llevaron a algunos alumnos con ellos, como rehenes. Entre esos rehenes se encontraba ella. Todavía no sabía como lo había conseguido, pero eso no importaba ahora. Tenía que llegar al colegio cuanto antes, asegurarse de que Caleb estuviese bien y luego dar parte de todo lo que había descubierto durante su cautiverio.
domingo, 13 de octubre de 2013
#12
Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y en ciertos momentos, parece que esa frase se hace realidad. Siempre he sido una persona reticente a los cambios y, parece que, de unos años para aquí, en mi vida no ha habido más que cambios. He pasado de los "para siempre" con ciertas personas, a los "hasta nunca". He conocido a muchas personas, pero por alguna u otra razón, muchas se han ido de mi vida o solo han estado de paso.
Siempre me digo que tengo que ser fuerte, que estos momentos son sólo eso, momentos, que ya se pasarán. Pero en ocasiones parece que no es así. Y aunque procuro ser feliz, en ocasiones la tristeza me consume, y eso es algo con lo que no puedo.
Y justo cuando, después de unos momentos un poco inestables, parecía que mi vida volvía estabilizarse, ¡pum! Otra vez y vuelta a empezar. Pero que se le va a hacer.
Y mientras pasa todo esto, trato de mirar con optimismo al futuro, aunque a veces me cueste demasiado.
Siempre me digo que tengo que ser fuerte, que estos momentos son sólo eso, momentos, que ya se pasarán. Pero en ocasiones parece que no es así. Y aunque procuro ser feliz, en ocasiones la tristeza me consume, y eso es algo con lo que no puedo.
Y justo cuando, después de unos momentos un poco inestables, parecía que mi vida volvía estabilizarse, ¡pum! Otra vez y vuelta a empezar. Pero que se le va a hacer.
Y mientras pasa todo esto, trato de mirar con optimismo al futuro, aunque a veces me cueste demasiado.
lunes, 7 de octubre de 2013
#10
El ruido del tren partiendo. La música a todo
volumen en el coche. Aquella vez en el teatro. Viena. Fotos. Visitas. La casa
de Mozart. 1985. ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas todo eso? Ya sé que pasaron 28 años
desde todo aquello. 28 años desde nuestro viaje de fin de carrera, pero yo no
lo he podido olvidar, no sé tú, pero yo simplemente no pude, no puedo, todavía
sigo sin poder. ¿Recuerdas nuestra promesa de antaño?¿Esas miradas, esos
silencios que lo decían todo?¿Recuerdas esas noches sin dormir, en las que nos
prometimos el mundo? Espero que sí, que no sea yo la única que lo recuerde. Que
no sea la única que pasa las noches en vela recordando días pasados, días de
juventud, nuestros días. En esos momentos mi felicidad eras tú, tus caricias,
tus besos, tus abrazos. Eras lo único que necesitaba para vivir. Pero te
fuiste, te fuiste y no volviste, dejándome sola. Pasé muchas noches llorando,
preguntándome el por qué, sin obtener ninguna respuesta. Luego llegó el otoño,
y comencé a trabajar. Allí conocí a una persona que me puso en contacto
contigo. Te llamé. Te llamé dos veces. La primera no respondió nadie, la
segunda fue respondida, pero no por ti. No era tu voz la que sonaba, era una
mujer. Una mujer con una bella voz. Entonces colgué, y empecé a imaginarme a
esa mujer. ¿Sería tu novia? Era muy posible. ¿Y en ese caso, cómo sería? Por
supuesto muy bella, quizá rubia, quizá morena, quizá pelirroja. Con unos
bonitos ojos y una preciosa sonrisa. Unos hoyuelos se le formarían al sonreír.
¿Pecosa? Puede. ¿Elegante? Por supuesto. Eso era lo que yo me imaginaba después
de aquella llamada. Entonces llegó el invierno, y con el, la nieve, el frío, la
lluvia, las mañanas en el trabajo y las tardes en casa, con chocolate caliente
y un buen libro, cómo te gustaba a ti. Cómo me gustaba a mí. Cómo nos gustaba a
los dos. Y así día tras día, hasta que llegó la primavera. Con la primavera
vinieron también los primeros días soleados, las flores, la visita de mi
familia y las continuas preguntas sobre ti que estaban sin respuesta. Luego
llegó el verano, pantalones cortos, playas, viajes... y aquel día. Volvía a
estar en Viena. En el teatro. Representaban la Flauta Mágica de Mozart. En el descanso entre
actos me dirigí al baño. Y allí estabas, de pie contra la pared. Entonces te
giraste, en la puerta del baño había una mujer. Era pelirroja. De ojos azules.
Pecosa. Unos hoyuelos se le formaron mientras sonreía.Tú también le
correspondiste la sonrisa, y le cogiste la mano, tal y cómo me la habías cogido
a mí un año antes. Entonces os fuisteis, ni siquiera miraste para atrás.
Entonces fue cuando me di cuenta que tú ya habías rehecho tu vida, que yo ya
sólo formaba parte de tu pasado, y volví a mi asiento. Me adentré en el mundo
de la ópera y me olvidé de todo.
domingo, 6 de octubre de 2013
#11
"Segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer". Siempre había soñado con viajar a allí, al país de Nunca Jamás.
Cuando era una enana todas las noches soñaba con que Peter Pan se colaría en mi habitación y me llevase a allí. A ese lugar en el que los niños siempre eran niños, en el que con cerrar los ojos e imaginar bastaba para vivir, en el que viviría grandes aventuras como una niña perdida. Ese lugar que, al fin y al cabo, representaba la infancia. Pero Peter nunca se coló por mi ventana, nunca me roció con polvo de hada y nunca me enseñó a volar. Y así fueron pasando los años, y cada vez que pasaban menos creía que me vendría a buscar. Y así fue, hasta que un día ya simplemente dejé de pensar en ello y mi infancia me abandonó.
Cuando era una enana todas las noches soñaba con que Peter Pan se colaría en mi habitación y me llevase a allí. A ese lugar en el que los niños siempre eran niños, en el que con cerrar los ojos e imaginar bastaba para vivir, en el que viviría grandes aventuras como una niña perdida. Ese lugar que, al fin y al cabo, representaba la infancia. Pero Peter nunca se coló por mi ventana, nunca me roció con polvo de hada y nunca me enseñó a volar. Y así fueron pasando los años, y cada vez que pasaban menos creía que me vendría a buscar. Y así fue, hasta que un día ya simplemente dejé de pensar en ello y mi infancia me abandonó.
sábado, 5 de octubre de 2013
#9
La lluvia resbalaba por su pelo y la ropa se le pegaba al cuerpo. Pero no era eso lo peor. Lo peor era que el frío le estaba calando los huesos. Llegó al portal lo más rápido que pudo. Lo primero que hizo al entrar en el piso fue cambiarse. Después se preparó una infusión, para entrar en calor. Llamaron al timbre y fue a abrir. Era él. No tuvo tiempo de reaccionar. Su beso la cogió de improviso.
viernes, 4 de octubre de 2013
#8
La coleta alta. Su camiseta favorita por dentro de la falda. La falda negra. Las zapatillas negras. La mochila. Abrir la puerta y salir. Caminar. Nervios. Llegar a la entrada. Gente nueva. Más nervios. El timbre sonando. Primer día de clases.
jueves, 3 de octubre de 2013
#7
El pelo castaño estaba húmedo,
pero a Malena le daba igual, no todos los días se veía un temporal como aquel.
Las casas próximas a la playa estaban cerradas, el mar llegaba hasta ellas.
A su lado estaba Dimitri.
Estaban sentados en un acantilado, pero por razones muy distintas: a Malena le
fascinaba el mar, Dimitri reflexionaba.
Una ráfaga de viento azotó sus
caras, Malena estornudó. Dimitri se quitó su cazadora y se la pasó. Malena
estaba perpleja, en el fondo Dimitri no era un mal chico, quizá pudiesen ser
amigos, pero antes tendrían que conocerse, aunque por el momento habían
empezado con buen pie.
Malena se levantó, se acercó a
Dimitri y le dio un beso en la mejilla.
–
Gracias por la
cazadora.
–
Puedes
llevártela, ya me la devolverás otro día.
Con esas palabras se
despidieron. Con esas palabras comenzó algo especial entre ellos, y con esas
palabras terminó.
Malena dejó la cazadora de
Dimitri en una de las estanterías de su habitación, así nunca se olvidaría de
él.
#6
El ruido del tren partiendo. La música a todo
volumen en el coche. Aquella vez en el teatro. Viena. Fotos. Visitas. La casa
de Mozart. 1985. ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas todo eso? Ya sé que pasaron 28 años
desde todo aquello. 28 años desde nuestro viaje de fin de carrera, pero yo no
lo he podido olvidar, no sé tú, pero yo simplemente no pude, no puedo, todavía
sigo sin poder. ¿Recuerdas nuestra promesa de antaño?¿Esas miradas, esos
silencios que lo decían todo?¿Recuerdas esas noches sin dormir, en las que nos
prometimos el mundo? Espero que sí, que no sea yo la única que lo recuerde. Que
no sea la única que pasa las noches en vela recordando días pasados, días de
juventud, nuestros días. En esos momentos mi felicidad eras tú, tus caricias,
tus besos, tus abrazos. Eras lo único que necesitaba para vivir. Pero te
fuiste, te fuiste y no volviste, dejándome sola. Pasé muchas noches llorando,
preguntándome el por qué, sin obtener ninguna respuesta. Luego llegó el otoño,
y comencé a trabajar. Allí conocí a una persona que me puso en contacto
contigo. Te llamé. Te llamé dos veces. La primera no respondió nadie, la
segunda fue respondida, pero no por ti. No era tu voz la que sonaba, era una
mujer. Una mujer con una bella voz. Entonces colgué, y empecé a imaginarme a
esa mujer. ¿Sería tu novia? Era muy posible. ¿Y en ese caso, cómo sería? Por
supuesto muy bella, quizá rubia, quizá morena, quizá pelirroja. Con unos
bonitos ojos y una preciosa sonrisa. Unos hoyuelos se le formarían al sonreír.
¿Pecosa? Puede. ¿Elegante? Por supuesto. Eso era lo que yo me imaginaba después
de aquella llamada. Entonces llegó el invierno, y con el, la nieve, el frío, la
lluvia, las mañanas en el trabajo y las tardes en casa, con chocolate caliente
y un buen libro, cómo te gustaba a ti. Cómo me gustaba a mí. Cómo nos gustaba a
los dos. Y así día tras día, hasta que llegó la primavera. Con la primavera
vinieron también los primeros días soleados, las flores, la visita de mi
familia y las continuas preguntas sobre ti que estaban sin respuesta. Luego
llegó el verano, pantalones cortos, playas, viajes... y aquel día. Volvía a
estar en Viena. En el teatro. Representaban la Flauta Mágica de Mozart. En el descanso entre
actos me dirigí al baño. Y allí estabas, de pie contra la pared. Entonces te
giraste, en la puerta del baño había una mujer. Era pelirroja. De ojos azules.
Pecosa. Unos hoyuelos se le formaron mientras sonreía.Tú también le
correspondiste la sonrisa, y le cogiste la mano, tal y cómo me la habías cogido
a mí un año antes. Entonces os fuisteis, ni siquiera miraste para atrás.
Entonces fue cuando me di cuenta que tú ya habías rehecho tu vida, que yo ya
sólo formaba parte de tu pasado, y volví a mi asiento. Me adentré en el mundo
de la ópera y me olvidé de todo.
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