El pelo castaño estaba húmedo,
pero a Malena le daba igual, no todos los días se veía un temporal como aquel.
Las casas próximas a la playa estaban cerradas, el mar llegaba hasta ellas.
A su lado estaba Dimitri.
Estaban sentados en un acantilado, pero por razones muy distintas: a Malena le
fascinaba el mar, Dimitri reflexionaba.
Una ráfaga de viento azotó sus
caras, Malena estornudó. Dimitri se quitó su cazadora y se la pasó. Malena
estaba perpleja, en el fondo Dimitri no era un mal chico, quizá pudiesen ser
amigos, pero antes tendrían que conocerse, aunque por el momento habían
empezado con buen pie.
Malena se levantó, se acercó a
Dimitri y le dio un beso en la mejilla.
–
Gracias por la
cazadora.
–
Puedes
llevártela, ya me la devolverás otro día.
Con esas palabras se
despidieron. Con esas palabras comenzó algo especial entre ellos, y con esas
palabras terminó.
Malena dejó la cazadora de
Dimitri en una de las estanterías de su habitación, así nunca se olvidaría de
él.

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