Cap. 10.
Ahora ya solo le quedaba
localizar el camino que llevaría a la ciudad. Probablemente fuese un camino de
tierra, ya que todos los mercaderes y comerciantes solían usar el Camino Real,
mucho más corto y que sesgaba el bosque en dos partes.
Sacó el mapa de su macuto y lo
desdobló. Lo malo de ese mapa es que sólo estaban marcados los caminos más
transitados, es decir, el Camino Real y los que comunicaban Meld con Fente,
Raden y otros pueblos.
Echó a andar dirección a Fente.
Llegaría a la ciudad a mediodía, por suerte Eli, la chica de Raden, le había
guardado suficientes provisiones para el resto del camino.
Escuchó un traqueteo a lo lejos,
por lo que se paró para observar mejor. Un carro tirado por un caballo se
dirigía hacia donde él estaba. Pensó en seguir a pie, pero el dolor que llevaba
era insoportable y, además, estaba totalmente agotado, así que decidió hacerle
señas al carro.
-
¿Qué pasa muchacho?- el hombre que iba en el
carro lo observó.
-
Me preguntaba si por casualidad no se dirigiría
hacia Fente.- Dimitri trató de aguantar el tipo.
-
Tienes suerte muchacho, hoy es día de mercado en
la ciudad y tengo que dejarle esto a un comerciante, así que sube.- Dimitri le
lanzó una mirada de agradecimiento y subió al carro.
-
Dime chico, ¿cuál es tu nombre?- El hombre del
carro lo volvió a mirar. Aunque era común encontrarse con viajeros a lo largo
del camino, no era común encontrárselos viajando a pie, y menos tan jóvenes
como ese muchacho aparentaba.
-
Shanan, señor.- Otra vez volvió a esconder su
identidad verdadera, pues temía que si usaba su verdadero nombre lo cogerían, y
si usaba el mismo que antes sería sospechoso.
-
Shanan…- El hombre pronunció su nombre con
suavidad.- ¿Cuántos años tienes?- Esa pregunta tomó a Dimitri por sorpresa. La
gente nunca le preguntaba su edad, nunca le prestaban atención a detalles como
esos.
-
Diecinueve señor, pero en abril cumpliré los
veinte.
-
Aun eres joven Shanan. ¿Sabes? Yo tengo un hijo
de tu edad. Se llama Max y vive en La Laguna. Y también suele viajar a pie.-Sin
saber por qué, Dimitri decidió anotar esa información en su mente.- Así que si
algún día pasas por allí, búscalo y dile que no se preocupe, que todos estamos
bien y que lo que tenga que ser será.- En la cara de Dimitri había confusión.
-
Señor… No entiendo…- El hombre sonrió,
rejuveneciendo su aspecto.
-
Sueles viajar, ¿verdad Shanan?- No era una
pregunta, sino una afirmación. Dimitri asintió.- Los que viajan a menudo suelen
ir como tú. Un macuto, una capa y ropa vieja y versátil, además suelen ir a
pie, pues un caballo en muchas ocasiones puede ser un incordio.
-
Y por eso usted ha descubierto que viajo a
menudo.- El hombre volvió a sonreír.
-
Eres listo chico. Dime, ¿por qué quieres ir a
Fente?- Esa pregunta sí que no se la esperaba, así que, una vez más, tendría
que improvisar.
-
Tengo una hermana aquí que está encinta, a punto
de dar a luz, así que me pidió que viniese lo antes posible, quiere que esté
presente cuando nazca mi sobrino.- Cada vez se sorprendía más con su facilidad
para mentir, aunque no era de todo mentira. Clío vivía en Fente, y además era
como su hermana y una especie de madre.
-
Un nacimiento siempre es motivo de celebración.
Mira Shanan, ya estamos llegando.- A lo lejos se veía la ciudad, y ya desde allí
se podía notar la gran actividad que había en la calle.- ¿Sabes qué es lo que
más sorprende de esta ciudad, Shanan?
-
Es una ciudad sin murallas.- El hombre asintió.
Fente era una excepción con respecto a las otras ciudades. Era la única ciudad
del reino sin amurallar, eso si no se contaba con La Laguna.
Una vez en la ciudad Dimitri se
bajó del carro, dio las gracias al hombre que lo llevó y puso rumbo a la casa
de Clío
Se mezcló con el gentío de la
ciudad. Había gente por todas partes. Los gritos de los mercaderes, las voces de
admiración de las mujeres, las risotadas de los hombres… todo eso mezclado con
las coloridas ropas y los olores que se desprendían de los puestos de comida
provocaba en Dimitri nostalgia. Los recuerdos de su infancia invadían su mente:
los duros entrenamientos con Clío y Loc para ser guerrero, las eternas clases
de magia en las que aprovechaba para dormir, las escapadas de palacio a la
ciudad con Mars y Zola, sus amoríos de adolescencia, Luna… Ya nada era como
antes y, probablemente nunca lo volviese a ser. Añoraba aquellos años, sin
preocupaciones de ningún tipo, sin largas búsquedas, sin muertes…
Sintió un dolor en su cabeza que
lo hizo volver a la realidad. Se había chocado con alguien. En seguida se
levantó y se limpió la ropa, pero alguien seguía en el suelo. Miró hacia el
suelo, era una mujer joven, una adolescente probablemente. Le tendió la mano y
le ayudó a levantarse.
-
Lo siento.- Dimitri se disculpó.- ¿Estás bien?
-
Sí, gracias.- La chica levantó la mirada hacia
Dimitri y enseguida enrojeció. Dimitri solía ser bastante popular entre el sexo
femenino, y él lo sabía bien. Tenía el pelo negro y rizado, la tez morena y los
ojos grandes e intensamente azules, y además era alto y atlético, cualidades de
las que se solía aprovechar cuando era más joven y escapaba a la ciudad. Las
chicas de la ciudad siempre le habían atraído más que las de palacio, quizá
porque eran más sencillas y naturales.- ¿Tú estás bien?
-
Sí, solo un poco perdido. ¿Sabes por dónde se va
a Basia?- El momento de ensoñación había provocado que se perdiese.
-
¿Te refieres al mercado?- La chica volvió a
mirar a Dimitri, esta vez más calmada.
-
Supongo, a no ser que haya algo más allí. ¿Hay
algo más allí?
-
Sí.- respondió la chica.- Una enfermería.-
Dimitri sopesó las opciones: un mercado o una enfermería. Se decidió por la
enfermería, pegaba más con Clío.
-
¿Me podrías decir por donde se va a la
enfermería?- Dimitri trató de ser lo más educado posible.
-
Sigue toda esta calle, recto hasta el fondo, y
luego gira a la izquierda y sigue toda esa calle hasta el fondo, saldrás a una
plaza, la Plaza de Basia, y allí te encontrarás con varios edificios. El más
grande es el de la Administración Real y justo el que hay enfrente, más
pequeño, es la enfermería, aunque a primera vista parece una herboristería más,
pues la enfermería se esconde en la parte trasera de la tienda.
Dimitri dio las gracias una vez
más y puso rumbo a la plaza. Poco faltaba para su reencuentro con Clío.
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