martes, 26 de mayo de 2015

Diario de un rincón de mí.

Porque cuando tienes un problema dicen que lo mejor es enfrentarlo cuanto antes, ¿no? Sin embargo, todos, o al menos la gran mayoría de las personas, tendemos a escondernos en un principio, sin saber qué hacer o planeándolo, deseosos de que salga tal cual predijimos. Pero a veces simplemente no es posible, porque la otra persona no está receptiva o porque uno no está preparado para salir al escenario. De repente te entra pavor escénico, y todo lo que habías planeado no sale cómo quieres, o más sencillo, temes a que no salga como quieres. Hay tantas reacciones como días y noches y nunca sabes con cuál de ellas te vas a encontrar. 
Llegados a este punto, lo único que puedo decir es: valor y al toro, porque por mucho que se haya preparado algo, siempre hay algo que falla. Lo digo por experiencia.

Diario de un rincón de mí.

Dicen que la adolescencia es la etapa de los extremos, en donde todo es blanco o negro y donde los grises no existen, aunque como todo el mundo sabe, el blanco y el negro también tienen sus propios matices.
            Ese período de la vida en el que los problemas se hacen eternos y sus consecuencias pueden provocar el fin del mundo, o mejor dicho, el fin del pequeño mundo de cada uno.
            Sin embargo, he de decir que hace un rato que dejé esa etapa atrás, que ya no soy una adolescente que hace de un problema un mundo y que estoy deseosa por vivir un nuevo comienzo y nuevas aventuras. Entonces... ¿Por qué todavía me siento como una adolescente cuando tengo un problema? Fácil respuesta: porque todavía quedan restos en mi interior de esa adolescente soñadora y tranquila y pacífica, que sólo quiere que las cosas vayan bien, pero que cuando se enfada su reacción tiende a ser drástica, siendo un claro ejemplo de la etapa de los extremos.
            De alguna manera, me cuesta dejar esa etapa atrás -aunque en teoría y según la sociedad ya la haya dejado-, que he de decir no fue la mejor, pero sí en la que aprendí más cosas sobre la vida y en la que me he fortalecido y me he enriquecido más como persona. Y ahora mismo, en esta fase de joven adulta que trata de cumplir sus sueños, me vuelvo a sentir como cuando era adolescente: llena de inseguridades, exagerando las cosas y con miedo a perder a mis amigos, yendo de un extremo a otro en cuestión de segundos, pero sin embargo, tratando de sopesar los pros y contras de mis reacciones para que los daños colaterales de las consecuencias sean los menores posibles... Aunque siendo sincera, esta última función no la estoy realizando yo misma, sino que más bien se encarga una persona muy importante de hacerme ver lo que es inadecuado o si estoy equivocada o no.
            Lo que quiero decir es que aunque con el paso del tiempo ciertos problemas cobren menos importancia, siguen siendo importantes, y que comerse la cabeza como cuando eres adolescente igual no es la solución, pero que tampoco es bueno dejarlos pasar, sino que hay que buscar una solución que sea lo mejor posible y cuanto antes, siendo lo mejor una mezcla entre esa adolescencia llena de vitalidad y esa sabiduría característica de los que tienen más años. Porque, al fin y al cabo, esta nueva fase está llena de matices, de tantos matices como grises hay.


viernes, 24 de abril de 2015

Diario de un rincón de mí.

A veces pienso que si la vida fuese como en una película, todo sería más fácil. O quizá estoy equivocada y fuese igual de difícil, sobre todo cuando pienso en que no todas terminan como esas comedias románticas hollywoodienses protagonizadas por Cameron Díaz o Jennifer Aniston y que pasan por la tele de forma no tan desapercibida como pueda parecer, sobre todo cuando es una tarde de fin de semana lluviosa y gris en la que lo único que apetece es tomarse una taza de algo caliente y reírse un rato para olvidar los problemas que se sucedieron a lo largo de la semana, al tiempo que de fondo se escucha el sonido del viento y de la lluvia cayendo y que acompañan en esa velada de relajación y quizás reflexión con uno mismo.
Pero luego están todas esas otras películas que no terminan con un final feliz, todas aquellas que te dejan una sensación agridulce en todo el cuerpo, un vacío inicial que solo puede llenar la tristeza del final. Películas que están hechas para la reflexión de todo lo ocurrido en la semana, de lo que ha hecho la humanidad desde que existe o simplemente para un desahogo a base de lágrimas y liberarnos por dentro de todo aquello que nos ocurre, haciéndonos reflexionar sobre todo lo positivo que tenemos, y que todo lo negativo que llevamos con nosotros mismos, a veces no es tan negativo. Ver el lado positivo de la vida, o eso es lo que creo que quiero decir, al fin y al cabo puedo afirmar que realmente no sé lo que quería escribir en el post cuando puse la primera palabra.
La otra opción es que si la vida fuese como en los clásicos de Disney sería muy aburrida, ¿no? Al fin y al cabo ya se sabe desde un inicio que aunque los protagonistas se enfrentan a un montón de vicisitudes a lo largo de la hora y media que duran las películas, siempre tendrán un final feliz.    

viernes, 17 de abril de 2015

#25

La llegada de la primavera la sangre altera, o eso dicen, porque últimamente lo único que me altera es la cantidad de trabajos para hacer y el hecho de que abril se está acabando y mayo se avecina rápidamente, trayendo consigo los exámenes de las materias que, no sé si por pereza o, como se suele decir, por desgracia, aun no he comenzado a estudiar, a pesar de todos mis intentos.
Mayo es una palabra que toda mi vida he adorado, pues supone la consolidación de la primavera y la llegada de mi cumple, campos y árboles verdes y muy coloridos y cambiar las pesadas ropas de invierno por algo más ligero, sin embargo, ahora y como estudiante universitaria por tercer año consecutivo, mayo ha perdido parte de ese entrañable significado y ha pasado a significar estudio, enclaustramiento en bibliotecas y, sobre todo, exámenes. Exámenes en los que te juegas la mitad del curso y el tener el verano totalmente libre. Dos semanas de agobio, sin salir a tomar el aire y haciendo las tareas domésticas más básicas, estableciendo escaso contacto con la familia y amigos, pues todo minuto es bueno para adquirir el conocimiento para pasar los exámenes. Pero oye, que a pesar de todo, no es tan malo, sobre todo cuando tienes un maravilloso grupo de amigos a tu lado que están como tú.
Así que, ¡bienvenido seas, mes de mayo! (aunque aun sea abril).

martes, 30 de diciembre de 2014

#24

Le encantaban las mañanas frías con el cielo despejado, de la misma manera que le encantaba el olor a café recién hecho o el sabor de un buen chocolate.
También le gustaba arroparse en su sofá al lado de la chimenea y un libro en la mano, o un cómic, o un álbum, o una vieja fotografía descolorida.
Le gustaba pasar las noches viendo películas, o series, o programas absurdos.
Le gustaban los disfraces y la ropa que transmitiese algo.
Le gustaba pasar tiempo con sus amigos y su familia, pero también le gustaba estar sola para encontrarse.
Le gustaba hablar, al igual que escuchar, pero también le gustaban los silencios.
Le gustaban las cosas transgresoras, pero también las más clásicas.
Le gustaba la coherencia, mientras que ella misma estaba llena de incoherencias.
Así era ella, como mucha otra gente, llena de incoherencias y contradicciones y, sin embargo, tratando de mostrarse lógica ante el mundo, porque así era la sociedad: un gran conjunto de contradicciones que buscaban la lógica ante todo. Una sociedad en la que todo es blanco o negro, mientras que no hay cabida para los grises. Una sociedad en la que no había sitio para los sentimientos y las emociones, por ser los responsables de volver a la gente ilógica. 

sábado, 29 de noviembre de 2014

#23

La timidez de él,
La inocencia de ella.
Los miedos de él,
la espontaneidad de ella.
Una pregunta,
y una sonrisa como respuesta.
Dos labios chocando,
Y sus manos acariciándose.
Un amor,
por fin sellado.

viernes, 31 de octubre de 2014

Las aventuras de Max "Estocada Mortal"

Aventura #2

La espesa niebla que esa noche inundaba el ambiente impedía ver la Luna. Las luces de los faroles eran insuficientes, por lo que la tripulación tenía que estar atenta al mar.
Esa noche ni si quiera el capitán, que estaba acompañado por el contramaestre, dormiría.
-          Mañana parte de Río de la Plata un galeón con un cargamento de oro y plata hacia España.- el contramaestre estaba observando las cartas de navegación.- Si nos aproximamos un poco más sería una buena oportunidad.
-          O nos supondría la muerte. Con esta niebla es mejor permanecer aquí.- el capitán del barco, un joven experto en el uso de la espada y en la estrategia y bien parecido, afirmó.- Además, lo más seguro es que lo acompañen barcos de refuerzo. Los ataques a galeones españoles no han hecho más que incrementarse en los últimos tiempos y nuestras cabezas figuran en todos los carteles.- el contramaestre suspiró, aún sin comprender cómo es que había acabado al servicio de ese joven y no con un barco propio.
-          Empiezo a pensar, mi joven Max, que tomas demasiadas precauciones pese a no ser más que un pirata.
-          Hasta el pirata más rufián, contramaestre, sabe que la vida está por encima de un tesoro.- el contramaestre observó al capitán que, pese a su juventud, había logrado hacerse con el dominio de los Siete Mares y ser el más temido por todos, sin embargo, nunca había matado a nadie por ambición.
-          Dime Max, ¿por qué te hiciste a la piratería?- el capitán miró con sorpresa al contramaestre, sin embargo, pronto suavizó su mirada.
-          Fue una promesa.- esas palabras confundieron al contramaestre.- Hace tres años alguien muy importante para mí me hizo prometerle, en su lecho de muerte, que siempre sería libre.- una sonrisa melancólica y de añoranza se dibujó en el rostro del capitán.
-          ¿Una mujer?- el silencio que se hizo fue suficiente para afirmar la pregunta.- Amoríos de juventud. ¿Qué le ocurrió?
-          Ella enfermó. No había cura para salvarla. Fue nuestra última promesa. América primero, luego el mar. La libertad lo era todo para nosotros. Pensamos en marcharnos juntos, lejos de todo, ser libres… pero ella cayó enferma y todos esos sueños fueron desapareciendo, menos el deseo de ser libres. Por eso me hice al mar.
-          No lo entiendo muchacho, ¿unirte a la escoria de la sociedad, que paguen una fortuna por tu cabeza, sólo por una mujer y un anhelo?- el capitán observó al contramaestre, la verdad que dicho así sonaba absurdo, pero él tenía sus principios y nunca los traicionaría.
-          La persona con más de libertad del mundo es el amo de los Siete Mares. Yo no quiero oro, no más que el necesario para mantenerme a mí y a la tripulación. Sólo quiero ser libre.

La niebla comenzó a disiparse, dejando a la vista un bonito amanecer. Un nuevo día y, con ello, nuevas aventuras.