Cap. 7.
El azul del cielo se reflejaba
perfectamente en el agua. Era un día soleado, sin ninguna nube en el cielo. Sin
embargo, el mar estaba movido. La tormenta de los días anteriores había dejado
vientos que hacían un buen momento para la navegación.
El barco se balanceaba,
provocando mareos en algunos de los pasajeros.
-
¿Qué tal los mareos?- preguntó un chico de ojos
azules como el océano y pelo rubio como el trigo.
-
¿En serio me preguntas eso? Creo que es obvio.-
La chica se giró hacia el tripulante. Probablemente fuese novato, pues no
aparentaba más de 16 años.
-
¿Nunca has viajado en barco?- preguntó el chico.
-
¿Acaso importa?- respondió la chica.
-
Bueno, importa. Cuánta más costumbre tengas,
menos mareos.- La chica lo miró fijamente. Sus ojos verdes y su pelo negro le
resultaron extrañamente familiares, desconcertando al chico.
-
Supongo que tienes razón.- La chica suspiró.-
¿Cuál es tu nombre?
-
Ulises. ¿El tuyo?- Esa chica había despertado
mucha curiosidad en él.
-
Zola.- Era la primera vez que decía ese nombre
en bastante tiempo, o no tanto, tan sólo hacía dos años que había comenzado a
esconderse, concretamente desde que la crisis había llegado a lo más profundo
del reino, a la familia real. Desde entonces, por oponerse a las nuevas normas,
su cabeza figuraba en todos los carteles, junto con las de sus amigos.
-
Zola… cómo el futuro rey.- El chico estaba un
poco sorprendido.
-
Sí bueno… de dónde yo vengo también es un nombre
femenino.
-
¿Y de dónde vienes?- Ulises quería indagar más
sobre esa misteriosa chica llamada Zola.
-
¿Acaso importa?- Zola trató de esquivar su
pregunta. No le gustaba hablar sobre su pasado.
-
No te pongas así, mujer. Es sólo curiosidad.-
Ulises procuró emplear un tono desenfadado, pues no la quería molestar.
-
Está bien… Vengo del Sur.
-
Mentira.- dijo Ulises, pues no se lo creía. Ojos
verdes y tez blanca eran rasgos propios del Norte.
-
Es verdad.- Contradijo Zola.
-
¿En serio? Pues tus rasgos parecen indicar todo
lo contrario.
-
¿En serio? No me había dado cuenta. Para nada.-
El sarcasmo en la voz de Zola era palpable.
-
Vale, está bien, ya te dejo.- Ulises se marchó y
Zola suspiró. Por fin se había librado de él y de sus preguntas. Un poco más y
la misión hubiese fracasado.
Zola volvió a sus pensamientos.
Al siguiente paso que daría, ponerse en contacto con Dimitri y Mars. Mars… esperaba que le fuese bien en la misión.
Desde que se separaron, poco antes de llegar a Raden, no había vuelto a saber
nada de él, y eso le preocupaba. Conocía a Mars mejor que nadie, y sabía
perfectamente que podría meterse en cualquier lío, que no era tan paciente como
Dimitri. Dimitri… hacía tiempo que no se acordaba de él, pero esperaba que
pudiesen reencontrarse a tiempo. La información que había recabado en estos dos
últimos años había resultado muy interesante… y sobre todo sería de mucha ayuda
para desenmascarar al rey.
-
¡Zolaaa!- el grito le dio un sobresalto,
sacándola de sus pensamientos. Alguien la cogió por detrás y se la llevó de
dónde estaba.
-
¡Suéltame! ¡¿Qué haces?! ¡Ulises, estás loco!-
Zola no entendía nada.
-
Sólo mira, y calla.- Zola le hizo caso y miró a
su alrededor. Unos hombres misteriosos estaban en el barco. No eran tripulantes,
de eso estaba segura.
-
¿Quiénes son?- Preguntó Zola, más con curiosidad
que con miedo.
-
Míralos… Mira sus hombros. Están marcados, ¿no?-
dijo Ulises, dirigiendo su vista hacia ellos.
-
Piratas…- Ulises asintió.- ¡Genial! Así podré
poner en marcha mis nuevos experimentos.- Zola estaba emocionada. Quizá
demasiado.
-
¿QUÉ? ¿Asaltan el barco y lo único que te
preocupan son tus experimentos?- Ulises estaba desconcertado. No entendía nada.
-
Exacto. Porque sé que esta vez funcionarán- Los
ojos de Zola estaban iluminados de la emoción.- ¡Eh, vosotros! ¡Cerdos
asquerosos! ¡Venid aquí si os atrevéis!- Los piratas dirigieron la vista hacia
Zola. Una chica joven y aparentemente indefensa resultaba algo irrechazable.
Pero Zola no les iba a dar el gusto.
Sacó algo de los bolsillos. Era
una varita de mago. A continuación tomó su colgante de plata. Su energía fue
canalizada a través de la varita hacia el colgante, provocando una explosión de
luz que dejaría a cualquiera ciego… A cualquiera menos a Zola y Ulises. Los
piratas estaban desorientados sin saber qué hacer. Muchos se cayeron al agua y
el resto pidió misericordia. En cuanto a la tripulación… ya sólo quedaban ellos
dos.
-
Es momento de irnos.- Zola guardó su varita y recolocó el colgante.-
Ulises, tomaré el timón del barco. Tú iza las velas, el viento ha cambiado de
dirección.
-
¿Cómo has hecho eso?- Ulises estaba confuso.
Sabía de la existencia de la magia, pero eso no había sido exactamente magia.
-
Haz lo que te digo si quieres seguir con vida.-
La voz de Zola sonó amenazadora. Amenazadora y con un deje de mando.
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