Cap. 5
Se sujetó bien la capa, reanudó
la cinta de la que colgaba el saquito, cerró bien el macuto y desenvainó la
espada. Era mejor prevenir ahora que lamentar el resto del camino. Según sus
cálculos, tardaría una hora en atravesar el bosque, eso si iba a buen paso y no
se perdía.
Comenzó a adentrarse en el
bosque. Estaba extrañamente silencioso, aunque podría deberse a las tormentas
de los últimos días y las frías temperaturas. Las tormentas… se le habían
olvidado por completo. Si comenzaba una no tendría donde refugiarse y además
podría iniciarse un incendio.
Volvió a amarrar el saquito del
cuello, pidiendo de nuevo protección.
Continuó adentrándose, con paso
silencioso y decidido. La espesura del
bosque lo cubría todo, hasta el punto de no haber casi luz. Sus sentidos
estaban alerta, preparado por si algún depredador le salía al paso. Fue poco a
poco, pero decidido. Cada vez era más oscuro. Se paró un momento a escuchar, de
fondo se oía un ruido que tenía pinta de ser atronador. Un ruido que alguien
del Valle reconocería a la primera… Dimitri sonrió, ya estaba cerca. Sólo tenía
que guiarse por su oído y no tardaría en llegar. Y así fue. Media hora después
Dimitir estaba junto al río, que por esa zona iba con bastante fuerza.
Miró a su alrededor y aguzó su
oído, no parecía haber nadie… Se equivocó, dos guardias salieron a su paso.
Eran de la Guardia Real.
-
Alto el paso.- dijo uno de ellos.- ¿Se puede
saber qué hace aquí?
-
¿Acaso no lo ve? Me voy a dar un baño.- contestó
Dimitri. Estaba claro que no les diría que iba a cruzar.
-
¿Un baño?
¿No hace demasiado frío para bañarse en el río? Estamos en invierno.- el
guardia frunció el ceño.
-
Ya ve usted. A algunos nos gusta bañarnos en
esta época.- Dimitri prosiguió con su mentira.
-
¿Cuál es tu nombre?- El otro guardia tomó la
palabra.
-
Teseo señor.- Tuvo que pensar rápido. Si decía
el suyo era probable que comenzasen a tirar del hilo, y eso no podía ser.
-
Teseo… ¿Es de la costa?´- el guardia continuó
con su interrogatorio.
-
Sí. ¿Algún problema señor?
-
Sus rasgos me dicen que procede usted del
interior, del Valle concretamente.- el segundo guardia no se creía del todo a
Dimitri.
-
Eso es porque mi madre era de la costa. Mi padre
en cambio procedía del interior. Era mercader.- Mentira. Todo lo que Dimitri
había dicho era mentira. No conocía a sus padres. Desde que podía recordar
siempre había estado con Clío, una aprendiz de Kunoichi mayor que él y que
básicamente había sido como su madre.
Uno de los guardias se fijó en su
macuto.
-
Está usted muy equipado para darse un baño.- el
guardia desconfió aun más de él.
-
Ah… esto. Es mi bolsa de viaje.- el cerebro de
Dimitri iba a toda velocidad. Si no contaba una historia coherente lo cazarían
en seguida.
-
¿Bolsa de viaje? ¿No se iba a dar un baño?
-
Sí, por supuesto. De hecho me iba a desvestir
cuando me encontraron. Verá señor, la razón de esta bolsa es que vengo de ver a
unos parientes. Por eso la llevo, porque estuve tres días con ellos.
-
¿Y se puede saber de donde son sus parientes?-
el guardia seguía sin creérselo.
-
De Raden, señor.- Fue lo primero que se le pasó
por la cabeza, aunque no era del todo mentira, venía de allí.
-
¿Raden?- el guardia escupió al pronunciar ese
nombre.- Esos traidores deberían estar en las mazmorras del castillo y no allí.-
Ese comentario encrespó a Dimitri. Si había algún traidor eran ellos dos, no el
pueblo de Raden. Eran ellos los que habían traicionado a Zola, no los
habitantes de Raden, que habían protegido y ayudado a Mars. Se hizo un silencio,
que Dimitri aprovechó para quitarse a los guardias de encima.
-
Si me disculpan, señores, me gustaría poder
tomar mi baño.- Los guardias lo volvieron a mirar y finalmente se marcharon.
Dimitri esperó un rato en la orilla para asegurarse de que los guardias se
habían marchado. Tras revisar la zona una vez más, se dispuso a cruzar.
Se quitó sus viejas botas y los
calcetines de lana. También se quitó la capa, que junto con los calcetines
guardó (o lo intentó) en el macuto. Amarró fuertemente el macuto, cruzando las
cintas por su tronco. La espada la amarró como el macuto, por lo que ambos
objetos iban en su espalda. Finalmente sus botas… también iban en el macuto.
Por último se remangó los pantalones y se metió al agua.
El río iba con fuerza, pero
afortunadamente no cubría demasiado, por lo que no se vio arrastrado. El agua
llegaba a sus rodillas. Casi tropezó con una piedra que había en el fondo, pero
aparte de eso no tuvo ningún incidente en el trayecto. Finalmente llegó a la
otra orilla
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