lunes, 16 de diciembre de 2013

Una de Algo.

Cap. 4
Una vez fuera del pueblo consultó su mapa. El siguiente pueblo era Meld. Demasiada vigilancia.  Podía hacer dos cosas, desviarse a la izquierda hasta llegar al río Dem y luego seguir su curso hasta llegar a Fente, o desviarse a la derecha hasta llegar al río Blum y seguir su curso hasta la ciudad costera de Velia.
Si iba a Fente lo reconocerían como un habitante del Valle. Si iba a Velia nadie lo reconocería, pero tenía el doble de camino, y por lo tanto le llevaría el doble de tiempo, al menos si seguía a pie.
En ese momento se arrepintió de dormir durante las lecciones de magia, si no lo hubiese hecho ahora ya sería un mago azul y podría abrir puertas interdimensionales, pero se había dormido.
Guardó su mapa y decidió arriesgarse, iría a Fente.
Emprendió el camino hacia el río Dem. Un río lleno de grandes reuerdos. Allí había pasado toda su vida, preparándose para ser el mejor, entrenándose con Mars. Mars… hacía tiempo que no sabía nada de él. Su última carta era de hacía dos años, cuando todavía estaba en Raden…
Se sacudió la cabeza, si seguía pensando en eso su misión fracasaría, y eso no podía ser, es más, fracasar no se contemplaba.
Lo malo de dirigirse al río Dem eran los caminos. Sólo había uno, el Camino Real, que unía Raden con Meld y Meld con la otra orilla, por lo que si quería llegar sin ser visto tendría que internarse en el Bosque de las Mil Bestias y llegar a una zona más baja del río. Eso conllevaba perderse en la espesura del bosque… a no ser que fueses del Valle y te criases entre árboles, ríos y prados, entonces cruzar el Bosque no suponía ningún problema.

Se llevó la mano a su saquito e invocó al Gran Espíritu del Bosque, pidiéndole protección, porque aunque él fuese del Valle, en el fondo le seguía intimidando un bosque en pleno invierno.

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